I
En el espejo
¿Esta es la madre que te mereces? Dime. (Abre el monedero donde guarda el maquillaje.) Con ella no puedes hablar como las personas. Todo lo de ella es: “esta chiquita comemierda me tiene cansada ¡Cállate! Tú no te mereces la madre que tienes, abusadora que eres conmigo, coño”. (Transición.) Te ofende como le da la gana, después te dice así como si nada, que eso no está en ella, que tienes que entenderla, que si nunca le dijeron niña, que si la llevaron recio … Así y todo, te preguntas un millón de veces cómo la pudieras ayudar. Pero es que es una egoísta, te está haciendo lo mismo que le hicieron sus padres. Debería estar orgullosa de ti, que jamás le pediste ni un peso para comprarte una paletica ¿Qué tanto te exige? Si tú eras la puntualita de la escuela. (Se aplica base en la cara.) Hasta los quince años no te dejó afeitarte, tuviste que aguantar que los varones te dijeran la pelúa, que las hembras se burlaran de ti. (Se maquilla los ojos.) Todavía con dieciocho años no te dejaba tener novio. Por ser tan carnera se te regó en la escuela que eras tortillera. Ahí sí se preocupó. Le convenía cualquier descarado que se te acercara. Lo de ella era que te buscaras un novio rápido para salir de dudas ¿Cómo pudo desconfiar de ti? Dime. Pero es lógico, si no te conoce. En la universidad, cuando trajiste a Rafael le calló requetebién, porque además de inteligente es un colirio, pero… te quería llevar a vivir para Matanzas. Por supuesto, eso no le convenía. Dejaste que te hiciera la vida un yogur y al diablo San Rafael ¿Hasta cuándo te va a gobernar? (Se suelta el cabello.) Después de todo, ella tiene razón, eres una comemierda. Estúpida, ¿no te das cuenta que no le importas, que solo se preocupa por las apariencias? Delante de la gente sí eres el orgullo de la familia, la licenciada, la niña de su casa, bla, bla, bla… (Intenta desenredar el nudo del cabello.) La niña… ¡eres una mujer, coño! ¿Cuándo se darán cuenta? (Se va la luz.) ¡Ahora sí! (Saca el móvil, enciende la linterna y la apunta hacia su cara.) No puedes seguir aquí. Tienes veintiséis años, la edad de tu madre cuando se divorció de tu padre. (Pausa.) Tú aún no te has casado. Pero la culpable es ella, que te obligó a creer los cuentecitos de las películas Disney.
Sigue apuntando la linterna a su cara, con la otra mano busca el pomo de pintura de uñas en el monedero.
Tú no perteneces a este barrio y menos a esta familia, que te tienen puesto el dedo arriba como si fueras un juego de Atari. (Se pinta dos uñas de los pies con el celular en la boca apuntando la linterna hacia ellos.) No permitas más que te digan loca. (Se vuelve a alumbrar la cara con el celular.) Mira, eres una tipa súpersúper. Suchel: soy una chica eternamente libre. (Ríe.) ¡Yo no comprendo qué les molesta! Si tú no fumas, no bebes, no te drogas… solo te gusta… (Aprieta el puño y flexiona la muñeca arriba y abajo.) Algún vicio debías tener, ¿no? Cuando te sacaste la primera barriga, ¿qué fue lo que te dijo tu abuelo? : “Eres idéntica a tu bisabuela Rosita, que no tuvo chance de ponerse el blúmer”. (Transición.) A veces creo que prefieren que seas una alcohólica anónima antes que seas… ¡Ay, ya! Eso no importa. Que se olviden de ti. Total, no sirves para nada, según tu querida mamita.
Hace una llamada.
China, ¿qué bolero? Oye, estoy cogía con el tiempo. Mija, me hace falta conseguir un carro para la Habana. Es para ya. Por suerte, el canadiense llega en esta semana. Dale, yo espero, yo espero. (Cuelga y revisa su cartera.) Voy a coger el dinero del banco y después lo recupero cuando llegue Max. Déjame buscar el número del camionero, por si acaso La China no me resuelve ¿Dónde lo habré metido?
Recibe llamada de La China.
Dime. (Pausa.) Oye sí, en eso mismo me voy, lo mío es llegar. Si te preguntan por mí, tú no me has visto. (Pausa.) Dale, gracias. Besitos.
II
El viaje
Va sentada en una guagua. Se conecta al whatsapp por datos móviles, le envía mensajes de voz a uno de sus amantes.
Hoy no puede ser. (Se pinta los labios de rojo, se toma una foto sexy y se la envía.) Ahí tienes, para que te sosiegues. (Pausa.) Sí, yo sé, pero hay mucha gente. Por suerte… (Una joven se sienta a su lado.) nada, que ya se acabó la suerte. Ahora no puedo hablar.
Desactiva los datos móviles y habla con la joven.
¡Ay, qué dolor de estómago tengo! Si este chofer no me da un chance se me va a salir la pulpa de mango. Debe ser mi amiguita, la roja ¡Qué inoportuna! Y cuando se pone en falta, a llorar que no hay leche. Ya ni me acuerdo del sabor… de la leche, claro. Cuando yo era niña, mi abuelo tenía una vaca, me daba una pegada de borugas. Esa es la vida mía. Recuerdo la mantequilla que mi abuela hacía con la nata, las cremitas, el flan… la boca se me hace un charco de agua. Pero eso duró tan poco, como todo.
Silencio.
¿Vas para la Habana? (La joven afirma con la cabeza.) ¡Ay, qué bueno! por si me tengo que bajar la licra aquí mismo, tú me ayudas a disimular. De verdad, tengo tremendas ganas de… ¡uf! Salí corriendo de la casa, porque la madre mía se puso en fase, me llenó tanto la copa que la mandé a comer gofio y recogí todo. Es que ya estoy obstinada ¿Tú me entiendes? Necesito vivir a mi manera, sin tener que dar explicaciones… (Recibe un SMS y comienza a cantar. Se pone de pie y baila.) Puede que tengan razón, pero no grites así, que me duele la cabeza, yo te quiero solo a ti. Para mí tan solo hay uno, pero si te hace feliz, saber que estuve con otro, vamos a decir que sí. Pero no me acuerdo, no me acuerdo, y si no me acuerdo no pasó, eso no pasó. Yo no me acuerdo, no me acuerdo PAM, PAM, y si no me acuerdo no pasó. (Alguien se queja.) Señora, una artista es una artista. Mejor planche sus arrugas antes de criticar a la juventud. (Se sienta.) Qué manía de opinar tiene la gente. Si está incómoda que se opere. (Se acomoda los senos.) ¡Ay, estoy más feliz que mi abuelo cuando arregló el motor del barco! Mañana viene mi marido de Canadá, mi papito, mi pasaporte a la felicidad ¡Oye!, del tiempo que llevo sin verlo, estoy que parezco una santa, aguantando muela y dando bendiciones. Claro, las consultas son por la madrugada, sin testigos, porque las envidiosas de mi pueblo son las únicas que no protestan por trabajar las 24 horas. (Pausa.) Ay, si ellas se rotan, primero el chisme y después lo demás.
Pero no vayas a pensar que yo ando a lo loco ¡Imagínate hija! Al novio mío lo veo solo una vez al año. Y él está arrebatado conmigo, pero estoy en la flor de la edad, así me dicen ¿Me captas la idea? (Pausa.)¿Ya te fijaste la miradera que tiene aquel chiquito para acá? Está riquito, pero no me parece. Tú no ves que ahora, aparte del ojo que te ve, también está la cámara oculta. ¡Oye, actualízate! (Lo mira.) Qué pantorrillas tiene. Esa es la debilidad mía. Yo veo cualquier hombre, de la edad que sea, con las pantorrillas gordas y me da una calocha. (Se abanica.) Mira, me sacó la lengua. Está loco por que le haga una seña. Yo te digo a ti que los hombres andan fresquísimos. Ya ni los policías respetan. Fíjate, el otro día yo iba con mi amiga y estaban dos policías parqueados en la acera. Desde lejos, nos hicieron una radiografía de cuerpo entero y si los dejamos hasta nos hacen el tacto. Cuando nos acercamos dice uno: “niña, cuida a tu mamá”. (Pausa.) ¡Me dio una soberbia! ¡Mira que compararla con mi madre! Con el tiempo que La China se echa frente al espejo poniéndose la crema anti arrugas, el reparador de ojeras… todos los productos que se tira en el pelo para lograr los rizos ¡No! Y la canela que le echa al perfume para atraer a los hombres. ¡Vaya! Decirle vieja en su cara estuvo fuerte. Me aguanté porque yo soy tranquila, aunque a veces me vuelo como una cafetera. (Pausa.) Hija, si hasta una vez me llevaron al psicólogo. Me dijo que tengo trastorno de la personalidad. (Pausa.) ¡Cuéntame del detalle! Hasta el horóscopo dice que tengo doble cara o algo así. Yo te digo la verdad, todo el mundo tiene su lado oculto. Lo que pasa es que el mío ya se cansó de estar encerrado. Y al que le duela, que se compre una ambulancia (Pausa.) ¿La amiga mía? Niña, hasta se deprimió ¿Tú crees que esas son formas de tratar a una mujer? Los machistas son como los idiotas: lo único de inteligente que tienen son los celulares.
Recibe un SMS , activa de nuevo los datos móviles. Hace video llamada con un italiano.
Miocorazone. (Hace el gesto de espérate a la joven) Gratzie. (Ríe nerviosa.) Yo también te extraño. (Estira sus labios como si lo fuera a besar y se le cae la conexión.) ¡Qué mierda! (Pausa.) Perdón, es que estaba hablando con un amigo y me quedé sin cobertura. Ay, niña, él tiene un acento lindo. Está medio viejuco, pero cualquier cosa que me diga me deja anestesiada. Aquí los hombres no saben para eso. Dime, ¿cómo se puede sentir halagada una mujer cuando un tipo le dice? : “Mi reina, muñeca, una mami como tú es la que me hace falta para que me lave, me cocine”. (Transición.) No hija no. Primero: una reina no tiene que lavar ni cocinar. Segundo: una muñeca es un juguete que termina sin pelo, sin cabeza y olvidada en un rincón. Tercero: el tipo que me necesite para eso, que se busque una criada, porque lo mío es la fiesta, la búsqueda. Además, esa no es mi vocación, bastante tengo… o tenía con las obligaciones de mi casa. Porque, aunque me critiquen, y ya no sea la bobita de antes, todavía conservo mi buen corazón. Por eso yo soy un talento. Fíjate que a mí me encanta salir por el vidrio.
Se pone de pie.
Mírame bien. A mí me dieron todo lo que hace falta para ser presentadora: me tiro tremenda percha, hablo de cualquier cosa… y a todo el mundo le interesa la vida mía. Porque usted quiere saber.
Se sienta y apunta con la mirada hacia los pasajeros.
Niña, es que la gente quiere saber, necesitan meterse en la vida de los demás, porque como las suyas están más jodidas, esa es la forma que tienen de sentirse bien. Yo no le veo sentido a estudiar periodismo tantos años, si el chisme lo traemos por defecto en las venas. Y quisiera que tú oyeras las entrevistas que me han hecho. Te dan más promoción que a los reguetoneros. Yo creo que las instituciones culturales deberían hacer un estudio. Gente como esa es la que necesitan. (Pausa.) Para que veas que estoy escapada y no es precisamente de mi casa ni del zoológico. Te voy a leer una noticia que escribí ¿Quieres? (Pausa.) Sí, porque la gente cree que yo soy una improvisada. Y están muy mal, porque esta que está aquí es graduada de Socioculturales, con Título de Oro y todo… pero cuando empecé a trabajar en Cultura me di cuenta del tiempo que estaba perdiendo. Después aumentaron los salarios, pero igual, seguiría perdiendo el tiempo. Me busqué un trabajo en Viñales. Mejor dicho, para mi familia y para el pueblo, allí yo soy la relacionista pública de un hotel. Pero nada de eso, en cuanto definí el público me transformé. Dejé de ser la romántica (Pausa.) Niña, que puse los pies en la tierra. No me hizo falta ni el Título de Oro, ni los diplomas de la integralidad, ni nada de eso. Con La China pasé el Diplomado en Sociocalle, hoy puedo decir que soy Máster en Gestión Turística ¡Ay! Ahí fue donde conocí al papi mío, qué lindo es, cuando lo miro se queda mareado, mareado, porque no es por gusto que me dicen Yaki, la marinera. ¡Ay, qué despiste el mío! Mi nombre es Yakelín. Yakelín, pero ese es un nombre más de la pila. Allá en la Coloma -donde vivía- me dicen así, porque todo el que intenta navegar conmigo se marea. Bueno, te voy a leer esto para que te refresques. (Pausa.) Dale, que te voy a hacer la introducción como en el noticiero y todo. Abre bien los ojos, digo los oídos:
“Hola, que tal, muy buenas noches, ya comienza el Sistema Informativo de la Televisión Cubana. Los saludan Yakelín Valiente y Rafael Serrano, de inmediato los titulares”. (Transición.) Los titulares, hazte la idea que ya los dije y voy a leerte de una vez ¿Ok?
Enciende el celular, saca los espejuelos del bolso y lee imitando a una periodista.
Dice: La pepita calva.
Hace unas horas, la pepita fue asaltada por una tijera mientras se disponía a tomar agua. Apenas se le veía el rostro, lo cual provocó al asaltante a cortar sus vellos hasta dejarla casi al cero. En ese momento llegó otra bandida, la máquina desechable, aunque más bien es reciclable. Esta convenció al tijerón para que la dejara terminar el trabajo sucio. Zambulló sus cuchillas en cada labio de la inocente pepita, bajando hasta los vellos del ojo ciego, para dejarla totalmente pulida. Según informan los médicos forenses, ha sido un caso único. La pepita está sana y complacida con la supuesta violación. Aún no se conoce la causa del hecho, pero se descubrió que la víctima es candidata a pieza museable y que los criminales provienen del Departamento de Patrimonio. Está casi comprobado que ella planeó todo.
Transición.
¿Viste? Lo único que me faltó fue graduarme. Mi lenguaje es culturoso, finísimo, si hasta se puede decir que es poesía. Por eso no soporto oír las barbaridades que me dicen en la calle. Donde quiera te encuentras un vicioso ¡Yo tengo una suerte o mala suerte para empatarme con cada enfermo! Una vez iba para el Órgano del Trabajo y a pleno día salió un tipo del portal de su casa con el mandado afuera. (Gesticula señalando el tamaño del pene.) ¡Por dios! Bueno, no es que sea religiosa, pero aquella era una creación divina. ¡Ay, discúlpame! Llevo tiempo sin verla pasar, aquel día era yo quien pasaba. Solo miré unos segundos, disimulando, claro, porque una mujer no caería tan bajo ¿Te imaginas a una tipa escondía en un matorral velando a los hombres para que la miren acariciándose la cucaracha?
Ríe a carcajadas.
Las cosas que a mí se me ocurren están como para hacer el programa Pasaje a lo desconocido. Lo que pasa es que el periodismo por cuenta propia aquí no camina, sino ya le hubiese pasado por el lado a Julio Acanda. (Pausa.) Cuídame el puesto que vengo ahora.
Camina por el pasillo, cuando pasa cerca del joven que le hacía señas, habla con él.
Permiso titi. (Pausa.) ¡Ay, gracias! (Lo mira de arriba abajo, se relame y se dirige al chofer.) Chofe, me estoy orinando ¿Me da un chancesito? (La guagua se detiene.) Gracias mi vida.
Se baja, orina detrás de una jardinera y sube ¡Ay, qué alivio!
El joven que la miraba le da un papelito y se lo guarda en el ajustador con discreción.
Vuelve a su asiento.
Niña, ya. Gracias por cuidarme las cositas. Ahora sí estoy lista.
Activa los datos móviles y envía mensajes de voz a otro de sus amantes.
Quedaron preciosas mi cielo. Eres un artista. Las vamos a estrenar. Yo te aviso. Besitos. (Desactiva los datos y le muestra una foto a la joven.) ¿Qué te parecen las pullas que me acaba de mandar mi amigo el zapatero? (Pausa.) ¡Ay, sí niña, él tiene registro del creador y todo! Los amigos míos son gente con cerebro. Estoy loca por recogerlas. (Pausa.) Sí, me las regaló. Yo soy afortunada con las amistades, me doy a querer fácil. A mi novio lo tengo bobo. Ayer, cuando hablé con él, le unté todo mi cariño: “Papi, mi chini, maylof. Jaguariu?» (Transición.) -tengo un inglich perfecto, pero a él le encanta que le hable en cubano. Y le seguí diciendo: “Yo estoy aquí loca por darte lo que tú llevas, y claro, que me des lo que yo necesito. (Gesticula con los dedos el símbolo de dinero y guiña un ojo.) En cualquier momento me declaran patrimonio tangible”. (Transición.) -todo eso por guatsap. Él me pone la recarga de Cubacel, lo tengo engañado, digo, enseñado. Me pongo nerviosa cuando hablo de él. Y ahí fue cuando le solté la bomba: “Oye papito, tengo una noticia que darte. Me venden una casita barata: 7000 cuc nada más ¿Qué me dices, titi? Nuestro nidito de amor. Es la oportunidad para vivir solita, tú sabes que en el bayú de mi casa no podemos darle acción a nuestra película”. (Transición.) Oye, para no hacerte el cuento tan largo. Ya tengo el dinero casi en mis manos. Mañana cuando lo vea, lo que le va a ir para arriba es un tsunami pinareño. Eso sí es un hombre, no los tacaños de aquí con la muela bizca y la grosería. Los machis como él están extinguidos, igual que la carne esa que dicen que tranca. Yo no sé de dónde salió ese dicho, si cuando te trancan lo tienes todo incluido, igual que en el hotel cinco estrellas.
Recibe una llamada de otro amante
Dime, mi primo. (Le susurra que está disimulando.) Ya casi estoy llegando. Cuando haga mis trámites te aviso ¿Ok?, besitos. (Cuelga.) ¡Ay, mi primo sí me quiere! Con él puedo contar para todo. (Ríe.) ¡Ah!, te venía hablando de mi novio. Por cierto, mi familia no está de acuerdo con esta relación… ni con muchas cosas. Moralistas, se creen perfectos. ¡Ay, como me quieren! Sí, me quieren como si fuera su propiedad. Yo no soy de nadie. Pues sí chica.
Grita fuera de la ventanilla.
¡Que todo el mundo se entere! ¡Soy…
Se escucha el pito de una rastra y vuelve a su posición.
¡Me dejó sorda! (Pausa.) Oye, tremenda media que me estás haciendo. Menos mal que me controlé las ganas de hacer… (Dice la palabra caca con mímica.) Al menos esas ganas me las aguanto sin problemas. Porque si te soy sincera, desde que me metí en el mundo del turismo he tenido una cantidad de experiencias: tengo dos amigos españoles, un amigo de Italia, un mexicano, uno que vive en New York, sin dejar de mencionarte a los de aquí. Mis aventuras son inolvidables, sin condón la mayoría de las veces. Es que últimamente no hay… y no me gusta quedarme con las ganas. Aunque por esa gracia ya he perdido unos cuantos partos, como dicen, pero eso qué importa, hay que disfrutar la juventud, bastante poco que hice en la adolescencia. Ni a fiestas me dejaban ir. A los campismos o a las playas ni en fotos. Por eso tengo que ser libre y soberana. Me voy a comprar la casa en la Capital, bien lejos de la gente que me rechaza ¡Para afuera la envidia! ¿Tengo bien el pelo? (Pausa.) Es que las pasas mías siempre andan alteradas y lo peor es que ni un Cloriodasipóxido tengo. (Pausa.) Clorodia… ay, eso mismo, de tantos meses que no entra ya hasta se me olvidó cómo se pronuncia.
Va hacia el chofer, le pregunta cuánto falta y regresa a su asiento.
¡Qué bien, estamos llegando! Me bajo en la próxima parada. (Pausa.) ¡Ay, niña, el placer es mío! Cuídate, y ya sabes: Goza que la vida es una sola. (Va hacia la puerta y grita.) ¡Oye, no dejes que ningún macho te mantenga! ¡Chofer, abre atrás que me quedo! (Va por el pasillo discutiendo.) ¡Oiga, señora!, ¿usted sigue atravesada? (Le dice al joven que la miraba.) Yo te llamo (Pausa.) ¿Usted se queda? (Pausa.) Bueno, déjeme pasar. (Pausa.) ¡Oiga, compañero, ayúdeme aquí con la maleta! (Pausa.) Caballero, que ni los viejos tienen respeto. (Pausa.) Pero yo no lo empujé, señor. (Pausa.) ¡Ay, qué calor!
Se baja.
III
Seguir luchando
Ya estás aquí. Qué se agarren porque andas suelta. (Ríe y hace una llamada.) Hola, mire yo soy la muchacha que sacó el turno y quería confirmar, porque estoy cerca de su peluquería. (Pausa.) ¿Qué se fue la corriente? ¡Qué barbaridad! Bueno, gracias, otro día será. (Entra una llamada del canadiense.) ¡Mi amor! (Pausa.) ¿Qué me extrañas mucho? (Pausa.) ¿Cómo? (Se abanica.) ¿Pero quién te dijo eso? (Finge que está llorando.) ¡No, no titi, eso es un error! ¡Yo soy una mujer seria, tú sabes que he estado esperándote como una santa! No me han faltado los tiburones, pero yo no miro para los lados. Estoy más fija que el noticiero contigo. (Pausa.) Oye, no puedes creer en la gente de aquí, te he dicho que están para lo mal hecho. (Pausa.) ¿Qué, qué? No puedes hacerme esto ¿Y nuestros planes? (Pausa.) ¡Coño, que me doy un tiro! (Pausa.) ¿Oye? ¿Oye? ¿Oye? (Pausa.) ¡Ay, Yaki, qué zoncera en pomada la tuya! Tú creyéndote que el blanquito de ojos azules te compraría la casa, te creería el cuento y te llevaría con él a darle la vuelta al mundo ¡Burra! (Se abofetea.) Todos los hombres son unos colonizadores: te conquistan, te saquean y después te dejan quemada ¿Y ahora qué hago?
Hace una llamada.
Ay, China vieja, ¡se me cayó lo del canadiense! Estoy más estropiada que el pan de la bodega. (Pausa.) Es que alguien le envió los mensajes de la gozadera mía con el administrador de la paladar. Seguro fue la cabrona de su mujer que me quiso joder. Como si yo lo quisiera para casarme. Pero es que no me cabe en la mente que fuera ella, porque con lo bien que yo hago mis cosas. Tú sabes que el único consejo que me ha servido de la madre mía es que el que solo la hace, solo la paga. (Pausa.) La única que sabe el número de Max eres tú. Y yo jamás desconfío de ti, somos hermanas de la lucha. (Pausa.) ¿Qué tú dices? No, no… deja la broma chica. (Pausa.) Oye, ni las ofensas de mi familia me duelen tanto ¿Cómo pudiste hacerme eso? Eres una bandolera mala, qué bruta soy, coño. Yo cuidándome de las envidiosas y resulta que eras tú la tipa. (Pausa.) ¡Cállate! Por eso es que te brindaste para escribirle a Max aquella vez que se me rompió el celular. Lo tenías todo en mente, descarada. Y yo de guanaja no me di cuenta la falsa amiga que tenía. (Pausa.) ¡Mira, caraira vieja, sigue comiendo en plato de aluminio, que yo nací para comer en porcelana fina! (Pausa.) ¡Oye! que te lo comas con papa, yo tengo más y mejores. Recuerda que en este vaivén todo el mundo quiere navegar. (Cuelga y patea su maleta.) ¡Qué mierda es la vida! Ya no tengo familia, ni casa, ni marido… (Grita.) ¡Ni pinga! (Pausa.) Tranquila, Yaki. (Saca un espejo y se retoca las pestañas.) A rey muerto, rey puesto. Me voy a dar una chapistería yo misma, para elevar la autoestima… ya que no tengo automóvil. (Ríe.) Y no le voy a dar el gusto a la gente que me vean derrotada. Como dijo un tal Mujica: Derrotados, son los que dejan de luchar.
Enciende el celular, se pone los audífonos y sale cantando:
… Tú no tienes nada que decir cara dura, dijiste a las diez y llegaste a la una. Yo también, tengo derecho a sentirme bien, yo también …