La existencia de un discurso femenino en la décima está en estrecha relación con la desigualdad de género, un fenómeno que ha llegado hasta la actualidad.
A la mujer le estaba vedado el acceso al estudio, la lectura y la cultura general, salvo contadas excepciones. El problema parte de la discriminación que, desde el siglo XIX, relegó a la mujer al anonimato de la vida hogareña y como objeto de placer.
A pesar de los múltiples estudios que se han realizado en nuestro país sobre género, no son comunes los que reflejen la participación de las féminas en la décima, mucho menos en casos específicos como Pinar del Río, donde la mujer ha jugado un papel fundamental, con aportes considerables en el desarrollo de las diferentes manifestaciones del arte.
Esta investigación brinda un acercamiento al papel de la mujer pinareña en el desarrollo de la oralidad y la literatura, por medio de la espinela como estrofa nacional. Se hace mención de las principales mujeres que cultivan este género en las comunidades del municipio Pinar del Río, dentro del periodo revolucionario, y su aporte, rescate, preservación y difusión de la cultura popular tradicional. Además en su calidad de tonadistas, repentistas, o escritoras en función de la décima, por ser este metro poético el que más completa la identidad, el patriotismo, el sello de personalidad del guajiro; una suma potente de sus reliquias paisajísticas, sentido de pertenencia, de su historia, sentimientos.
En los años 90 el término género, que se había comenzado a utilizar a gran escala en los 80, es aceptado por investigadores y grupos de mujeres. En la actualidad, las Naciones Unidas y agencias como la Unicef, Unesco y Fnuap, realizan campañas de promoción a favor del término.
El impulso primario de renovación historiográfica, realizado por las mujeres, favoreció la recuperación de la memoria colectiva femenina y una mayor visibilidad de su trayectoria histórica en la sociedad.
Numerosos estudiosos consideran, además, que el enfoque de género es marxista, en tanto está imbuido de una militancia feminista que aspira a una justicia social para todos y no solo para las mujeres. Es marxista, dice Luisa Campuzano, porque tiene que ver con la feminización de la igualdad, y critica al pensamiento que concibe un solo fluir de la igualdad, esto es, que no respete las diferencias en esa aspiración de equidad.1
La perspectiva de género, en opinión de muchos, según investigación realizada por Martha Núñez Sarmiento, tiene que ver con la política y el poder. Cuando se revelan los rasgos sexistas que han estado presentes en el ejercicio del poder político, en la formulación de políticas sociales y su puesta en práctica, en las propuestas de normativas jurídicas vigentes y su instrumentación en la vida cotidiana, se entiende el porqué de las desigualdades entre hombres y mujeres; por tanto, se pueden proponer vías para eliminarlas.
Luisa Campuzano estima que esta es una perspectiva más política que metodológica: es saber que cada persona ha sido esquematizada a partir de ideologías en juego, en determinadas sociedades. Ella y otros coinciden en que es una posición política revolucionaria, porque busca las causas, acciones y estructuras más profundas del pensamiento, para cambiarlas por otras más justas.
Estas consideraciones de carácter teórico han hecho avanzar en gran medida los estudios sobre las mujeres, lo que proporciona un enfoque nuevo a los problemas tradicionales en el campo económico, político y social.
En Cuba a partir de 1991, se formaron las Cátedras de la Mujer en la Universidad de La Habana, de la Mujer y la Familia en otros centros de educación superior del país, las Casas de la Mujer y la de la Familia en los municipios, y el Centro de Estudios sobre la mujer. Todas estas acciones fueron una iniciativa de la FMC.
La participación de las cubanas y cubanos en intercambios internacionales dedicados a la mujer aumenta a partir de 1985. Asisten como expertos a eventos derivados del Decenio de la Mujer, convocados por organizaciones cubanas o por agencias de la ONU. Cuba, y específicamente la FMC, continúa representada en las sesiones de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer de la ONU (CEDAW), y las discusiones que allí se desarrollan sirven para retroalimentar las políticas sociales referidas a la mujer cubana.
Académicas cubanas desarrollan intercambios con colegas de universidades de América Latina, Estados Unidos, Canadá y Europa Occidental, y entran en contacto con los programas de estudios sobre la mujer existentes en esos centros.2
Surgen en los noventa distintos grupos multidisciplinarios, que discuten estos temas entre cubanos y cubanas, con invitadas extranjeras. Entre ellos tenemos a la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana, los seminarios de la Casa de las Américas, los encuentros auspiciados por la FMC y su escuela “Fe del Valle”, los talleres de la UNEAC, de la UPEC, del Centro “Martin Luther King Jr.” y la Cátedra “Gertrudis Gómez de Avellaneda” del Instituto de Literatura y Lingüística.
Con la utilización de la perspectiva de género en la presente investigación, se pretende contribuir a una cosmovisión de la humanidad que no focalice en el hombre, como ha ocurrido con el pensamiento científico androcéntrico, se trata de visualizar su papel en el contexto histórico-social que se desarrolla.
La investigadora de estudios de género, Mari Nash, considera que el eje interpretativo predominante en la primera etapa resultaba la victimización histórica de las mujeres y priorizaba una visión de su trayectoria tomando como eje central la confrontación con esta opresión. Al fijar la atención, preferentemente en aquellas protagonistas femeninas que rompían los moldes de su subordinación histórica en una heroica lucha emancipadora.
Cuestionar estos esquemas de signo opuesto ha permitido la formulación de propuestas interpretativas más integradoras, desde la inserción de espacios, la interacción constante en la dinámica de las relaciones de poder de género y la experiencia colectiva de las mujeres.
La citada investigadora considera que la interacción social de género en su realidad histórica no puede plantearse a partir de una dicotomía entre modalidades de consensos/conflictos y víctima/heroína, sino a partir de un complejo entramado que contextualiza e interrelaciona la diversa experiencia histórica de las mujeres con su entorno sociocultural y político.
Desde esta perspectiva la presente investigación pretende descifrar la interacción de la mujer decimista pinareña con la sociedad.
Según algunos estudiosos del tema, género es un concepto que por primera vez es usado en la literatura científica, con la acepción que lo conocemos ahora, por Robert Stoller en 1968, y es definida como una categoría en la que se articulan tres instancias básicas:
– La asignación (rotulación, atribución) de género. Esta se realiza en el momento en que nace el bebé a partir de la apariencia externa de los genitales.
– La identidad de género (…) se establece más o menos a la misma edad en que el infante adquiere el lenguaje (…) y es anterior a un conocimiento de la diferencia anatómica entre los sexos (…) se convierte en un tamiz por el que pasan todas sus experiencias.
– El papel (rol) de género (…) se forma con el conjunto de normas y prescripciones que dicta la sociedad y la cultura sobre el comportamiento femenino o masculino.
El concepto de género ha sido utilizado por la comunidad científica para expresar todas las diferencias entre hombres y mujeres construidas socialmente. Estas diferencias se manifiestan en los roles desempeñados, en la división del trabajo, en el espacio doméstico y público, además en las relaciones de poder que se derivan precisamente de las diferencias de género(construcción social) y no del sexo (constitución biológica).3
De modo que el género devino en un concepto que se refería a todas las construcciones o pautas culturales que han incidido en la formación de una identidad femenina subordinada, mientras que el sexo quedaba para explicar los procesos biológicos del ser mujer frente a los del hombre, los cuales atenidos a su carácter natural, no determinaban diferencias de posición social. Al respecto la Doctora Reina Fleitas Ruiz cita a la experta María de Jesús Izquierdo cuando expresa:
“La distinción entre sexo y género tiene como objetivo diferenciar conceptualmente las características sexuales, limitaciones y capacidades que las mismas implican y las características sociales, psíquicas , históricas de las personas, para aquellas sociedades o aquellos momentos de la historia de una sociedad dada, en que los patrones de identidad, los modelos, las posiciones, y los estereotipos de lo que es/debe ser una persona, responden a una bimodalidad en función del sexo al que pertenezca”.4
Frente a la uniformidad de los primeros planteamientos teóricos, hoy en día se avanza a partir de conceptualizaciones complejas de los conocimientos científicos y de trabajos empíricos que permiten la reflexión crítica y abierta, reconocedora de la diversidad de la experiencia colectiva y de la variada subjetividad de las mujeres. Los trabajos en esta temática han resultado de gran importancia en el terreno de las decisiones de carácter político que involucran a las mujeres, como por ejemplo, los programas institucionales de desarrollo.
Los estudios de género demuestran la visión androcéntrica – por parcial, incompleta e injusta- que ha dominado todas las disciplinas humanas incluyendo a la lingüística. Si el lenguaje es una de las máximas expresiones del pensamiento humano, los conceptos que utilizamos sirven para describir, encuadrar y comprender la realidad, también afectan nuestra percepción de la realidad. Así, el lenguaje, con demasiada frecuencia invisibiliza, cuando no ridiculiza o menosprecia, a la mitad de la población sin que hasta el momento la Real Academia de la Lengua Española (RAE) haya mostrado la misma diligencia por cambiar esta situación que ahora muestra por evitar el uso común del término género en esta nueva acepción.
Podemos resumir en relación con lo expresado, que:
La décima ha sido deseada y expresada por los hombres en todas las épocas y se mantiene en la actualidad.
Por la discriminación a que ha sido sometida la mujer desde todos los puntos de vista, esta composición estrófica no fluye con la misma intensidad, por el temor, cánones y prejuicios que ha acompañado al género femenino.
Aunado a esto, la mujer ha relegado siempre, (salvo escasa excepciones) el desarrollo de su intelecto a los deberes u obligaciones de índole doméstico.
Para las féminas, sobre todo en nuestros tiempos, la décima impone arraigos a formalismos técnicos que frenan en gran medida, la proyección espiritual y libre de sus sentimientos, de ahí que acudan a estrofas más abiertas y liberadoras.
Se subestima este género poético y la creación femenina en concursos y eventos de gran trascendencia.
El trabajo editorial, fundamentalmente en las provincias, no ha sido todo lo consecuente en relación con la décima, y cuando lo hace, trasluce eminentemente el trabajo de composición masculino.
La pobre divulgación y escasos concursos (para este género) a nivel provincial y nacional.
La presencia femenina en las manifestaciones del arte poético y dentro de este, la décima, siempre encontró a su paso un espinoso camino signado por la discriminación, pero gradualmente se situó a la par del hombre y ocupa su justo lugar en pro del desarrollo de este género y de la propia cultura nacional y universal, contribuyendo a que nuestra poesía a través de los años y hasta nuestros días adquiera todos los colores, belleza, musicalidad y sentimiento “de amplio diapasón de la vida cubana”.
La presencia femenina en la décima cubana
El prejuicio por la décima y la existencia de un discurso femenino en esta estrofa, demuestra otro hecho insoslayable. En la bibliografía especializada que hay en Cuba sobre este molde clásico, se profundiza analíticamente en la obra de poetas que lo han utilizado con gran sistematicidad e incluso de modo ocasional; sin embargo en el caso de las poetisas nada más se mencionan o a lo sumo, se le dedican breves reseñas de “décima femenina”. Solo se tienen en cuenta, por lo general, algunas creadoras que desarrollaron su quehacer en el siglo XIX y primeros años del XX, y muy pocas contemporáneas; de ahí que en las antologías publicadas aparezca en desventaja numérica, la mujer.
Cuba no ha quedado resagada en relación con el discurso femenino en la décima, si comparamos el quehacer de nuestros poetas del XIX con respecto al de las poetisas del mismo período, resalta cierto desnivel, quizás motivado por el trasfondo discriminatorio de las féminas, incluso aquellas que osaron dedicarse a las letras, salvo contadas y honrosas excepciones desde tiempos inmemoriales. Por ello, “nuestra historia literaria no es tan rica en mujeres decimistas” (López Lemus, 1994:19). Además, en la mentalidad de algunos hombres no cabía la idea de que una mujer pretendiera ser intelectual, así como el reconocimiento de la calidad poética de las creadoras trasunta un viso discriminatorio similar.
Numerosas poetisas–decimistas, desde fines del siglo XVIII, asumirían la estructura, como lo muestra Mayra Hernández Menéndez, en su ensayo “Hombres necios que acusáis…” (Estudio sobre el discurso femenino en la décima en Cuba), donde por primera vez, la investigadora y ensayista saca a la luz a muchos ejemplos “ignorados y olvidados” para decirlo como el colombiano Jorge Salamea.
Hernández Menéndez nos revela diversos nombres, que como los poetas, colaboraron con el desarrollo de la estrofa en la Isla. Así, en el XVIII, aparecen La Marquesa Jústiz de Santa Ana, Juana Pastor, “primera mujer con renombre en la tradición lírica del decimismo repentista”, entre otras.
Familiar y constante, en el campo de la décima cubana fue la participación de la mujer. Desde los primeros años del siglo XIX se mencionan y analizan las obras de Luisa Pérez de Zambrana, Mercedes Matamoros, Nieves Xenes, Úrsula Céspedes de Escanaverino –de la ilustre familia del Padre de La Patria, Carlos Manuel de Céspedes, quien prologara su poemario Ecos de la Selva (1861)–, Luisa Molina, Adelaida Sainz de La Peña, además las conocidas Sofía Estévez, Gertrudis Gómez de Avellaneda, entre otras. Al hacer referencia de los cultores de la décima del siglo XIX, no podemos obviar la obra La Avellaneda pues en ocasiones, abordar personas vistosas de la estatura de esta autora en el siglo XIX, resulta una hazaña. Mujer atrevida y talentosa, hermosa y sensual, persistente y sagaz, que ocupa un lugar cimero dentro de la literatura cubana, en el ámbito hispanoamericano y universal. Su poesía nace cubana y aunque trasladada a otros contextos geográficos, sobre todo peninsulares, las raíces se reciclan constantemente y encuentran a cada paso la semilla identitaria de su intrínseca cubanía. Cultivadora de casi todos los géneros literarios abordados en la época, su romanticismo se mezcla en la métrica, con una mesura y equilibrio que desatan la paz dentro del torbellino de pasiones en que vivió sumergida esta mujer. Su lírica favorece nuestra idiosincrasia: nuestra Isla no solo fue en ella, distancia y apasionamiento, fue inspiración perpetua para fomentar en momentos en que se necesitaba la raíz cubana, el anhelo soñado y el canto perenne de sus sueños.
Es imperdonable que aunque el tema que nos ocupa sean las mujeres, se haga omisión de personalidades que sobresalen en plena centuria: José Jacinto Milanés, Gabriel de La Concepción Valdés, entre muchos otros.
En el siglo XX la estrofa se aborda más “asequible” por menores prejuicios -aunque seguirían, sin duda-, destacan entre otros: María Villas Buseta, Fina García Marrúz. Hay otros buenos ejemplos dentro de la vanguardia que dedican una escasa porción de su quehacer lírico a la estrofa nacional, como Mirta Aguirre, Serafina Núñez, que continuarán escribiendo y publicando mucho después. Hombres que se destacaron en este siglo, como por ejemplo, Bonifacio Byrne, Rubén Martínez Villena y como vanguardistas a Navarro Luna, Nicolás Guillén, Samuel Feijoo, Eliseo Diego, Cintio Vitier. Desde los 40 hasta el presente, Jesús Orta Ruiz (el Indio Naborí), quien reúne en su obra la síntesis de lo cubano universal.
En la generación del 50, la estrofa estuvo obliterada, en el caso de los hombres, en cambio, Carilda Oliver Labra y Rafaela Chacón Nardi, descuellan en ese “conjunto” cualitativa y cuantitativamente.
La décima en Pinar del Río. Antecedentes históricos
Pinar del Río, como refieren sus historiadores, es una provincia cuyos primeros habitantes se trasladaron como padres fundadores de cultura maya, según las leyendas y tradiciones que recientemente se han retomado, luego del descubrimiento de enigmáticas formaciones megalíticas al Oeste de Guanahacabibes hundidas en el mar.
Esta accidentada región, bendecida por los dioses exhibe desde sus orígenes emergentes valles intramontañosos de regios mogotes, extensas cordilleras y una exuberante vegetación donde la flora y la fauna aun cautivan y que el novelista Cirilo Villaverde al bajar de la mesera de Anafe, identificara como país diferente ese de Vueltabajo. Viñales ostenta la distinción de paisaje cultural de la humanidad, La Sierra del Rosario es reserva mundial de la biosfera. La península de Guanahacabibes atesora riquezas ambientales y en su franja costera del sur se encuentra el Centro Internacional de Buceo “María la Gorda”. En las vegas, en los márgenes del Cuyaguateje, se cultiva el mejor tabaco del mundo y entre la música de sus pinares, brilla en los rizos del viento, la emblemática guayabita del pinar.
Una provincia con riqueza en el orden paisajístico y con las bondades en su fertilidad, es propicia para acoger el ritmo de la música y el lirismo de los versos para enaltecerla.
En sus primeros asentamientos poblacionales, los habitantes pinareños asumieron en sus festividades, relativo a la poesía, metros como la redondilla , la quintilla, la copla y con más función el romance, pero un fenómeno coyuntural vino a cambiar estas preferencias casi a mediados del siglo XVIII, cuando numerosas familias de origen canario, preferentemente agricultores llegaron a Vueltabajo procedentes de La Habana como resultado de un éxodo que tuviera consecuencias sangrientas, provocado por la llamada «rebelión de los vegueros».
De ahí que Pinar del Río no constituya una excepción y que pueda mostrar con orgullo un vasto patrimonio en tal sentido. Es que la décima forma parte de la oralidad, acto de creación espontáneo, caracterizado por el repentismo en su versión oral, así como una expresión lírica en su concepción meditada y culta. Son muchos los puntos de contacto que tiene con nuestro modo de hablar (periodos breves, acentuación llana, giros octosílabos) además, esta manifestación poética formó parte de las llamadas canciones de bueyeros que no eran más que una serie de canciones de trabajo empleadas de forma espontánea en la dinámica de las actividades cotidianas al pie del surco, entre las guardarrayas, los recintos hogareños, los salones , los guateques o canturías, hasta la simple cuartilla que deja su impronta cultural. Ha sido vehículo sonoro de raíces y tradiciones, de lirismo y crónica social, pero más que toda estrofa épica, reveladora de nuestra idiosincrasia.
La intención folclórica de la décima ha sido tan evidente que la han cultivado clásicos contemporáneos, y aunque con sus detractores, ha logrado no solo prevalecer sino alzarse como paradigma en el modo de decir poético de la colectividad y la expresión más genuina de socialización.
La historia de las migraciones en Pinar del Río es un fenómeno que no ha sido suficientemente estudiado si comparamos estos estudios con los realizados a través del tiempo en otras zonas del país. La población de origen hispano resulta un tanto más diversa y compleja, pues en un principio arribaron a estas tierras gente de Castilla, catalanes, andaluces, canarios, y después de casi dos siglos, en el XVIII, predominó la población canaria como consecuencia de un fenómeno de raíces económica, políticas y sociales que partió de la sublevación de los vegueros, ocurrida en la zona de La Habana, cuya consecuencia fue el arribo sistemático de estos y sus descendientes, expulsados de los territorios escenarios de las sublevaciones. Las poblaciones que arribaron a tierras vueltabajeras, vinieron a instalarse en el centro, sur y oeste, aunque con los años arribaron españoles de diferentes procedencia, siempre predominaron los canarios, quienes asimilaron las características del entorno y hoy no se puede hablar de la historia cultural de Pinar del Río sin tener en cuenta el impacto de los canarios.
Tanto la oralidad como la literatura escrita, constituyen un bien común de los hombres, las dos manifestaciones han contribuido a la difusión y desarrollo del lenguaje, responden a una actividad social, cuyo propósito ha sido convertirse en vehículo para reflejar la vida de los grupos sociales en toda su integridad y de esta forma, perpetúan y explican las diversas causas que inciden en el proceso creador del género humano y sus consecuencias.
No se puede ignorar que la misma naturaleza de la creación literaria, tanto oral como escrita, contribuyeron al perfeccionamiento de la actividad humana, en la misma medida en que contienen el germen de la identidad cultural de un territorio. Tan importantes son estos valores en la literatura escrita y en la oral, que en el caso de estos últimos, donde predominan las culturas ágrafas, todos los productos, del arte de la palabra, que recogen la historia, costumbres y cotidianidad se apoyan en manifestaciones orales, además de ser contentivas de las memoria de la colectividad y contribuyen a promover y preservar lo más genuino de ese conglomerado humano, puesto que se trasmite de generación en generación, y enriquecidas sobre la base de su praxis sociocultural.
No se puede precisar la primera referencia de la décima en Pinar del Río, pues comenzó a poblarse un poco tardíamente, como afirma el sabio Tranquilino Sandalio de Noda, quien ubica la fecha alrededor de 1554, lo cual coincide con otros investigadores en mayor o menor exactitud. Este fenómeno narrativo es localizable en todo lo ancho de la provincia y nos llegan entonces exponentes de una narrativa oral, tanto de origen hispano como africano, con mayor riqueza en la zona situada más al oeste, en el territorio de La Palma y Bahía Honda.
La oralidad permitió a los sitieros y esclavos crear en las noches un espacio para soñar y emanciparse de las duras consecuencias de su tiempo. Junto al taburete de un abuelo se creaba un mundo mágico compuesto por la imaginación popular y el ajiaco de culturas en la provincia de Pinar del Río, produciéndose refranes, sortilegios, pregones, que han hecho muy rica nuestra oralidad, y hoy junto con la inmensa de cultures de la décima sigue sosteniéndose y forjando un espacio al que no se puede renunciar y de cuya legitimidad depende en toda medida, la sustentación de un autorreconocimiento con sentido de pertenencia.
Poetisas cultoras de la décima escrita y repentistas durante la Colonia y la República
Conocer la historia de las letras en Pinar del Río es toda un aventura que llena de emoción y regocijo nuestra alma pinareña. Vivir sin conocerla es imposible. Preciso es, entonces, rescatarla del olvido para contarle a las nuevas y venideras generaciones cómo fue su comienzo.
La presencia de la mujer pinareña no pasa inadvertida aún cuando vivía en un medio no apropiado para su desenvolvimiento intelectual. Son varias las poetisas que dieron a conocer su creación en estas etapas.
Entre ellas, Julia Acanda de Famada, la “Tórtola de Cortés”, natural de Guane, hermana de quien sería después el capitán del Ejército Libertador Lucrecio Acanda. Julia alcanza ver, ya emigrada a Venezuela, que su obra tenía un incuestionable valor educativo, mediante la cual proscribía la espinela temas patrióticos, colmados de ansias de libertad; de ella se conocen títulos como Flores silvestres.
Josefa Borrego, “La Cantora de Las Martinas” fue una vueltabajera que se destacó como poetisa, llegó a contarse entre las individualidades que se perfilaron en Vueltabajo dentro de la poesía y la décima. Esta se casa en Las Martinas, con el que será el valeroso comandante José Ibarra, vienen a vivir a Cayuco y luego a San Juan y Martínez.
También sobresale Francisca González Ruz, quien publicara libros de versos, con títulos como Los celos, La poesía, Vuelta a la vega en 1859 y fuera conocida como “La Cantora del Dolor”.
Todas son luces de la pléyade pinareña en lo que a voces femeninas se refiere.
A finales del siglo XIX la décima alcanzaría su plenitud en la preferencia popular, con los juglares de la improvisación. Estas composiciones de carácter repentista podían aparecer hasta en los festejos populares, como las famosas “Fiestas de los bandos”, descritas con maestría por la escritora pinareña Felipa Estrada del Collado. Felipita Estrada García, como también se le conoció, fue otra destacada novelista de este periodo quien además figura como cronista, pues volcó en la prensa su visión sobre cuestiones femeninas y temas pedagógicos. A ella se debe el libro que lleva por título Fiesta de los Bandos, recuento de la cotidianidad pinareña de 1881.
Una anécdota interesante que guarda la memoria colectiva pinareña, se relaciona con una de las décimas improvisadas en el escenario del teatro Lope de Vega (ahora Milanés), de esta ciudad en 1881, cuando delante de la célebre poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, se hizo clara alusión por uno de los artistas allí presentes, a las inquietudes libertarias de los cubanos y que despertara curiosidad en el público por su atrevimiento:
Tiene mi Cuba querida
Muchas cosas halagüeñas
Tiene divinas trigueñas
Que al mirar nos dan la vida
Es rica y apetecida
Por su bello porvenir;
Y no se puede decir
Pero le falta una cosa
Y esta es una cosa hermosa
Que no se puede decir.
Las peleas de gallos, las fiestas populares al aire libre o en los balcones, hacían que floreciera la espinela en su más auténtica veta criolla, el repentismo con acompañamiento musical, guitarra, laúd, y tres.
Otro suceso memorable fue posterior al asalto de las tropas comandadas por Antonio Maceo, la noche del 29 de marzo de 1896 al poblado de La Palma. Existen numerosas décimas que se refieren a este suceso y entre ellas las más arraigadas en la memoria colectiva, son atribuidas a una mujer: Doña Carmen Rivera, en torno a la cual se ha tejido toda una leyenda. Recordemos que Miró Argenter en sus crónicas de la guerra afirma que en La Palma hasta las mujeres disparan contra los aspirantes y refiere cómo una mujer que se encontraba defendiendo una de las bodegas del pueblo a pecho descubierto apunta a uno de los mambíes, ultimándolo a tiros de revólver. Esta anécdota define en todo su carácter las influencias en la tradición oral:
Cuando Maceo bajó
y divisó las trincheras
se botó a la parte afuera
y él al pueblo no llegó.
Mas, al corneta mandó
que tocara una marchita
que la tocara clarita
que la oyera Socarrás
y se fue y no quiso más
agua de la jicarita.
La décima constituye el vehículo fonético por excelencia en la oralidad y en ella confluyen la crónica histórica social, así como inquietudes existenciales del ser humano a través de temáticas como el amor, el humorismo, la ironía, la amistad, la muerte y todo suceso físico o sentimental.
La mujer ha desempeñado un importante papel en el mantenimiento, desarrollo y continuidad de la décima como portadora de los elementos básicos de la oralidad.
En lo que respecta a la crónica histórica hay innumerables ejemplos y uno de los más importantes es el de Adela Azcuy Labrador (Viñales, 1861). Mujer adinerada, a quien la musa de la poesía visitara varias veces, inspirándola a escribir sonetos y décimas dedicadas a su provincia natal, no solo combate en batallas por la independencia, sino que pone su lirismo al servicio de la patria, cuando en una de sus décimas expone:
Legítima soberana
de sus gloriosos pinares
sus templos y sus altares
llama a sus hijos ufana.
Con voluntad espartana
A sus penachos invoca
y como pasas provoca
llena de bélico ardor
conjuros de patrio amor
de sus hijos en la boca.
El nuevo siglo hacía su llegada con toda una revolución en el acontecer artístico de la ciudad vueltabajera, situación de la que no escapa el movimiento literario del momento, sumido en una auténtica efervescencia, tras el auge alcanzado por las celebridades que marcaron con sus obras el período de tránsito. Nuevos nombres aparecen en la vida intelectual de la localidad, que para glorias de estas hermosas tierras de Occidente, emerge refulgente y vital de la sombra de la ignorancia, en las que ha estado aletargada durante años de indeferencia. Mujeres que se levantan, erguida la frente y presta la pluma para reclamar su justo derecho a ser parte de un movimiento artístico que aúna voluntades y talentos en bien del futuro.
Dentro de los cultores que se destacaron en este siglo y continuaron su obra en el siglo XX, están:
Matilde (Ciana) Valdés Roig, hija del destacado músico de esta época Ciprian Valdés. Ha contado el dolor con sus décimas, clava el dardo para que brote la lágrima en la estrofa sonora, lágrimas de sentimentalismos; sus versos con Adela Azcuy resultaron el rosario lírico de los vueltabajeros. Ciana, quien fuera una importante figura en el mundo literario se graduó de Filosofía y Letras, colaborando en sus años de estudio con el periódico juvenil El estudiante y más tarde, trabajos suyos salieron en la revistas Fulgores, Pinar del Río, Letras, Social, El Fígaro, Arte, Archipiélago, y otras. Aunque vivió en varias provincias del país y terminó su vida en Argentina, siempre fue una pinareña incondicional.
Figura relevante del siglo XX que no podemos dejar de referir, aunque no sea pinareña, es Carilda Oliver Labra (Matanzas, 1922), pues su obra poética ha servido como fuente de inspiración a las figuras jóvenes que cultivan la décima en Pinar del Río después del triunfo de la Revolución.
Aborda temas como el erotismo, emociones de sus propias vivencias, el amor. Ha sido la crítica quien se ha encargado de esa zona de su quehacer poético, sin tener en cuenta aquella que no solo se suscribe a esas zonas y adquiere mayores dimensiones, como por ejemplo en su segundo poemario Al sur de mi garganta (1949). Además de la erótica impulsiva, hay varias Carildas en poesía. Como decimista está situada dentro de las mujeres cubanas que mejor han cultivado este género (López Lemus, 1988:187).
Como bien refiere Mayra Hernández en su libro Hombres necios que acusáis…, donde se limita al análisis de una de las Carildas: la decimista, pues en esta forma métrica ha mostrado su maestría formal al mismo nivel que las grandes voces masculinas de la décima en Cuba. No es hasta el 1979 cuando se da a conocer su decimario Tú eres mañana, por el que obtuvo ese año la primera mención en el Concurso 26 de Julio, de las FAR.
Hay que destacar en su décima muchos de los valores que se pueden apreciar en toda su producción en versos, y lo más significativo es que deviene sencilla, y, a un tiempo, compleja; esta paradoja se da como resultado de la unión de un primer impulso anterior y de una respuesta consciente. En esa sencillez se apoya para identificarse con el lector en circunstancias afines, pero la complejidad aflora cuando nos devela su vida, mediante un tono emotivo, íntimo, confesional que, a veces, se torna autobiográfico. Y para lograr trasmitirnos sus sentimientos y emociones, sus anhelos y frustraciones, lo hace con un estilo muy personal, ajeno a cualquier influencia: “es de observar que Carilda Oliver no se parece a ninguna otra poetisa”.
Tal se comprueba también en sus décimas, en las que descuella, asimismo, un desenfado expresivo que, sin alejarse del intimismo neorromántico, tan característico en ella, asume un tono conversacional que después identificaría a los demás poetas y poetisas de la Generación del 50, llamados coloquialistas, de la que Carilda es integrante. Su alto vuelo lírico se demuestra en décimas como “Tú eres mañana”, “Canto a Matanzas”, “Como una mujer de aborto”, entre otras.
Canto a Matanzas
Todo te debo, Matanzas;
la Biblioteca, el Estero,
tener alma y no dinero…
Te debo las esperanzas.
A mi pecho te abalanzas
con una pasión tan fuerte
que no basta con saberte
en mi sangre detenida;
ya que te debo la vida
te quiero deber la muerte.
Encontramos otras voces femeninas que no solo exponen sus sentimientos y su amor por la décima, sino que a veces salen en defensa de este arte en los versos como lo hace la poetisa Ana María Páez, Pinar del Río, 1913, cuando en su claridad de tonadista y de improvisadora, nos dice:
Los claveles de la rima
desde el alma me florecen
en diez soles me enaltecen
y mi espíritu se anima.
No hay nada que nos oprima
cuando se ríe o se canta
todos los males espantan
y en vez de quejas y duelo
me brotan como consuelo
arpegios de la garganta.
Temas tan interesantes como la identidad del poeta con su medio, valores patrimoniales que podemos apreciar también en la poesía de Caridad García Sosa, de los Palacios, nacida en 1932:
Me gusta el amanecer
salpicado de rocío
cuando todo el veguerío
ya se apresura al quehacer.
Y también me gusta ver
en su contraste rojizo
ese sol que de improviso
aparece en el oriente
y nos muestra un sorprendente
paisaje del paraíso.
Muchas son las mujeres pinareñas que escriben o cantan sus décimas para enaltecer sentimientos de pertenencia y cubanía. Un ejemplo lo tenemos en María Josefa Valdés, de Minas de Matahambre, nacida en 1934:
Sueño aquí en mi linda tierra
con una casa sencilla
que se recueste a la orilla
del farallón de la sierra.
El corazón se me aferra
a la yunta y a la cría
y cuando llegue ese día
con la familia que espero
será todo lo que quiero
para colmar mi alegría.
En la década de los años 40 y 50 del siglo XX, hubo poetas populares que con el empleo de la décima hacían crónicas de la cotidianidad de Pinar del Río, fundamentalmente asuntos de la llamada crónica roja, y después en pequeños talleres tipográficos, donde se imprimían estos versos y eran vendidos a 0.5 centavos en los alrededores de La Plaza de Mercado, actualmente la pizzería Terracina. Esto estaba vinculado a una modalidad radial de una emisora nacional que todos los días a las 3:00 pm, de modo espectacular escenificaba un hecho sangriento y que tenía como presentación una décima cantada con una mezcla de guaguancó, cuyos primeros versos decían:
Ocurrió así, con rigor,
como todo en la existencia
pero siempre la experiencia
se compra con el dolor…
Cerca de la mar, extasiada por sus misterios y sus evocaciones en zona de Cortés, una poetisa muy destacada en su condición de promotora cultural, Gladis Oria Torres, 1943, aborda este tema para decirnos:
Ay, mar, sin alas, tranquilo
tan frágil como el espejo
castigo del entrecejo
cuando no incita mi estilo.
Ondéate, alza el vilo
tus carnerillos de espuma.
Rompe tu oleaje en la bruma
y bajo crestas deshechas
encájame áureas flechas
para que brillen mis plumas.
Los temas son variados y ricos en su expresión naturalista, descriptiva o lírica. En una motivación existencialista, la poetisa de San Luis, Calixta Pérez Iglesias, nacida en 1948, nos expresa en sus versos:
Hoy ya blanco tengo el pelo,
llora su luz la mejilla.
Ya crucé la pesadilla.
Llora sus penas el cielo.
Cuidemos con todo celo
para alcanzar lo mejor.
Regalemos una flor
a este mundo que renace
y que ya nadie más pase
la angustia de este dolor.
Muchos de estos cantos tienen filiación poética en cuanto revelan amor por la tierra natal, sus bondades y por lo que representa en la vida del poeta. La poetisa Berta Torres, de Bahía Honda, 1949, es un ejemplo de cómo en una mujer se dan tres virtudes importantes: compositora musical, tonadista y escritora de décimas.
Sueño a Juan Cecilio Cruz
pródigo y fértil poeta
en las alas de un cometa
lloviendo música y luz
donde no llega el capuz
de la sombra funeral
y esa presencia es real
casi sonora y visible
como un príncipe increíble
en su palacio ideal.
Otras portadoras de la décima como expresión de su riqueza espiritual y sus modos de decir en los diez versos octosílabos recurren a muchas motivaciones para legado histórico.
Algunas de ellas lo hacen desde posiciones de improvisación en canturías y guateques. Este es el caso de Alba Rosa Lezcano, San Luis, 1953:
Si alguien por curiosidad
o por el bien de la estima
encuentra rara esta rima
diré con veracidad:
No es amplia la claridad
de alabar el corazón,
ni tampoco la razón
una gigantesca estrella
para quien vive por ella
esa luz es mi bastón.
La patria está en las voces femeninas de nuestra provincia, en todas sus riquezas temáticas y dentro de ellas el orgullo por la tierra innata, elemento que no deja de ser un referente en todo creador. Así podemos apreciarlo en Olga Gutiérrez, de Mantua, 1956, tonadista y repentista quien en una de sus décimas canta:
Póstreme el verso y la voz
ante ti, Mantua querido
rincón donde tengo el nido
por una gracia de Dios.
Tu historia me llegó en pos
de la gloria en la que creo
pues cuando más la releo
con mucho honor te concibo
ese rincón donde escribo
con tu nombre el de Maceo.
Al valorar las páginas anteriores, comprendemos que es bastante amplio el número de creadoras de esta tierra que aportaron su pensamiento y su pluma a la gloria de nuestras letras. De algunas hay información, de otras solo han llegado breves reseñas o escasas publicaciones resumidas por algún periódico o revista que ha logrado sortear los desmanes del tiempo para llegar hasta aquí.
En la década de los 50 en el programa campesino de las 8:30 AM en CMAB cantaban y hacían controversias, Celia Martínez y su esposo Abilio Buesa. También en CMAB a las 11:30 AM en el programa “Por la tierra del guajiro” se podía disfrutar del repentismo y las tonadas de Cari Soto, quien junto a los destacados poetas improvisadores Félix Díaz y Marcelino Tabares, asumían el repertorio folclórico campesino a través de la música y la décima. Otra destacada tonadista y portadora del repentismo lo es Esther Martínez, esposa de Félix Díaz.
No hay dudas de que la literatura pinareña ha desandado hasta aquí, un camino pocas veces transitado por los más ávidos lectores y en el cual, apenas ha dado sus primeros pasos.
El desconocimiento de la tradición decimista en la literatura vueltabajera es un mal que nos hace vulnerables al escepticismo y al desinterés. Rescatar esta memoria es defendernos de ello.
1 Núñez Sarmiento, Martha. «Los estudios de género en Cuba y sus aproximaciones metodológicas, multidisciplinarias y transculturales (1974-2001)», en www.cubaliteraria.com
2 Campuzano, Luisa. “Ser cubanas y no morir en el intento”. En: Sin urna de cristal. Pensamiento y cultura en Cuba contemporánea. CIDCC Juan Marinello, La Habana, 2003, p.82
3 González Olmedo, Graciela: “El empoderamiento femenino en las empresas industriales”, en Selección de Lecturas de Sociología y Política Social de Género, Editorial Félix Varela, La Habana, 2005, p.107.
4 Fleitas Ruiz, Reina. “La identidad femenina: las encrucijadas de la igualdad y la diferencia”, en: Selección de Lecturas de Sociología y Política Social de Género, Editorial Félix Varela, La Habana, 2005, p.41.