De mis vivencias
Aquí yace un cuerpo más
o un cuerpo menos.
Qué importa.
Luzco un rostro que soporta
otra máscara de gas.
Alguien me espera
detrás
del residuo
del cariño,
aunque pierde cuando riño a solas.
De mis vivencias
dosifico las ausencias.
No soy los ojos de un niño.
Álbum
Para mi abuela paterna, Esther Gutiérrez, Nena,
in memoriam.
La familia reunida
en un mismo álbum de fotos,
(3 x 5: sueños rotos,
flashes, congelada vida).
Paso veloz, enseguida,
cualquier imagen que duela.
Nada salva. No consuela
un retoque a lo vivido,
ni estéticas del olvido
a color. Falta la abuela.
Cuéntame lo que me pasa
¿Lo que me ocurre?
No sé.
Me grita un reloj suicida
la próxima despedida,
el futuro de un porqué.
Maniatados de la fe
van mis ojos, releyendo
este túnel in crescendo.
Envejezco.
Prematuro es –de momento– el futuro.
La vida pasa… c-o-r-r-i-e-n-d-o.
Aullido cuarto
Otoño senil y el viento…
Como cíclopes vejados
nuestros ojos, alunados
como eclipses con aumento.
Un ocaso a fuego lento
salpicado en tonos grises
más allá de lo que dices
o callas, de la penumbra.
Uno apenas se acostumbra
a los finales felices.
Polvo de estrellas
Para Lauren Diago
Un hombre de cenizas te seguirá despacio
te buscará en el polvo estrellado de anoche.
Un hombre de cenizas despierta a medianoche
con una luna nueva latiendo en el espacio
de sus manos vacías ante tu pelo lacio
ante los tonos rojos de tu voz de manzana.
La luna es guardabosques, guardaparques, guardiana,
baila despacio un vals con su luz delatora.
Con ojos achinados Eva sonríe y llora:
el Edén quedará listo el fin de semana.
(Tomados de Boca de lobo, de próxima aparición por Ediciones Montecallado).