El Quijote cabalga de nuevo sobre
Mi ciudad…
Tengo fe en el destino…
en la Conexión del canto…
en la Protección del amor…
El arte mural es uno de los más extendidos por el mundo. Generalmente al aire libre, de grandes dimensiones, lleno de símbolos y signos de fácil asociación con movimientos o cotidianidades universales, la mayoría de las veces de colores y formas llamativas e intensiones comunicativas inmediatas. Desde que el hombre comenzara a expresarse artísticamente, los murales existen. Y aun hoy, cuando la información cuenta con tantas vías para compartirse -muchas de ellas paradójicas- el arte mural sobrevive como alternativa discursiva de vocación militante, comunitaria, sociocultural.
En Pinar del Río contamos con un número considerable de murales. A lo largo de las últimas décadas, a partir de ciertas circunstancias, se han desarrollado obras que hasta hoy perduran y cuya restauración ha venido aparejada al gran remozamiento de nuestro Pinar por el aniversario 150 de haber recibido el Título de Ciudad. Algunas surgieron a raíz de pedidos oficiales para la Escuela de Instructores de Arte y La Escuela Latinoamericana de Medicina en Sandino, que en sus momentos contaron con muchos de los artistas locales más reconocidos. Pero los más relevantes fueron llevados a cabo en la capital provincial, por artistas también prestigiosos y con toda la capacidad comunicacional que se espera de este tipo de manifestación, pues cada enclave implica un punto medular de tránsito o encuentro,
incluso en los sitios más alejados del centro.
En 1991 quedaron establecidas ciertas relaciones de amistad y trabajo entre los especialistas de nuestro Consejo Provincial de las Artes Plásticas y un grupo de artistas muralistas de Dusseldorf, Alemania y más tarde se sumaría el Proyecto CUBA-BRASIL. Desde entonces, regularmente se han realizado acciones en Cuba y Alemania que han permitido obras y trabajos comunitarios en ambos lugares. Y como resultado de ello, nuestra ciudad cuenta con obras valiosas, parte indispensable ya de nuestro continuo diario.
Los más reconocidos y que han venido recibiendo ciertos arreglos y retoques desde 2013, son «Mi ciudad», en el parquecito cercano a la Dirección Provincial de Educación, en la calle Martí; «Protección y Conexión», ambos sobre los muros del IPU Rafael Ferro, en la calle Maceo; «Un canto de amor», en la pared exterior de la Fábrica de Bebidas y Licores, en la intersección de la Avenida Capitán San Luís y la autopista vial Colón; y «Tengo fe en el destino», en el Parque Colón. «El Quijote cabalga de nuevo», obra sobre los muros de la Casa Loynaz, que se aprecia mejor desde los terrenos de ETECSA, muy cerca del Parque de La Independencia, es una de las más recientes en beneficiarse en remozamientos y repintados. Mientras que muchos pequeños murales de parques e instituciones, se encuentran en planes para futuros arreglos.
Estas obras constituyen un patrimonio invaluable, no solo porque hayan sido producto de la creación de artistas tan reconocidos como Juan García Miló, Isaac Linares Guerra, Abel Morejón Galá, Ulises Bretaña Hevia, Luis Contino Roque, Reina Ledón, Mari Cuqui, Idania Labrador, Margarita Rodríguez, o Klaus Klinger, sino por lo que implican conceptualmente. Cada uno es un mensaje de amor, de sabiduría popular traducida en experiencias cotidianas de autodescubrimiento, valoración, alabanza y ensoñación. A través de estos murales se respira nuestra historia, nuestras esencias, el humor y la seriedad con que vivimos y los sueños y anhelos que construimos.