Chamaco, del dramaturgo Abel González Melo, es una obra en diez actos que fue Premio de Dramaturgia de la Embajada de España en Cuba en 2005; Premio Villanueva de la Crítica Teatral en 2006 y fue llevada al cine en 2010, con la dirección de Juan Carlos Cremata; es la primera obra nacional montada por Argos Teatro.
El grupo Teatro Rumbo la llevó a espectáculo en 2010, y nuevamente en 2013, bajo la dirección de Jorge Luis Lugo. De su ensayo general, conservamos una serie de fotografías realizadas por Michel GMG, que recuerdan el elenco que participó en la puesta y nos adentran en una escena desafiante, que explora la supervivencia, la mercantilización del cuerpo, el dolor de la historia y el amor familiar.
Sinopsis: Es madrugada de Nochebuena, en un tiempo cercano, en una plaza de la vieja Habana, sólo visitada por un policía al acecho, una anciana que barre su portal y un transexual que vende flores. Todos como extraños noctívagos en un lugar y una noche como esta. Unido a este raro grupo, en un banco un joven juega al ajedrez y otro se acerca. Ambos rivalizan junto al tablero en una partida que acaba tornándose dramática, ya que el precio por la derrota es la muerte. Así el segundo joven termina dejando la vida en este reto, descreído de que su contrincante iba a cobrarse el precio final. Súbita es la impronta de apertura de esta pieza que se desarrolla como un thriller policial de profundo calado social. En un salto hacia atrás en el tiempo, Alejandro, el padre de Miguel, el joven que se dejará la vida, espera a su hijo para cenar. Su otra hija, Silvia, sin saberlo, a merced de la casualidad, es la amante del asesino de su hermano, de nombre Kárel. El asesino es huérfano y amante de su tío carnal a cambio de un techo en el que cobijarse. A su vez se entrega a los hombres por dinero, entre otros a Alejandro, el padre de su víctima. El policía situado en la plaza asedia al joven Kárel y es amante a su vez del transexual que vende flores, personaje éste que parece ser el único que atesora una humanidad sincera que es aniquilada por una sociedad corrompida y decadente.
La decadencia moral es el peor cáncer que acompaña a la miseria.