Armando Pérez González

Nuevo Edén

—jornada del regreso—

…haré más dulce la fruta
que saboreará el futuro
y cegará tu conjuro
el resplandor de otra ruta.
Carmen Serrano Coello

(…) Camino otra vez. Camina
también la duda delante.
He de buscar lo distante,
la senda que no culmina.
Dejo detrás la rutina
de tiempos idos. (Viruta
que se extravió en la voluta
constante del porvenir.)
Quizás de tanto insistir
haré más dulce la fruta.

Cuántos ocasos perdidos
en busca de la verdad.
Si el tedio y la soledad
muestran sus retos vencidos,
¿he de insistir en olvidos
al desandar todo el muro?
¿He de saber si en lo oscuro
perdura la circunstancia?
¿Cómo encontrar la fragancia
que saboreará el futuro?

Volver los pasos. Volver
donde los años precoces.
¿Cómo ignorar esas voces
que llaman desde el ayer?
Vencer el tiempo; vencer
en cada paso un apuro.
Ah, porvenir inseguro
que guías al caminante,
¿vendrá la muerte un instante
y cegará tu conjuro?

Extraviado Paraíso,
¿fuiste un ansia y nada más?
¿Sólo un destello fugaz
que al instante se deshizo?
¿Sueño que el hombre rehizo
como verdad absoluta
—residuo de la disputa
en pos de la eternidad?
¿O acaso fue, en realidad,
el resplandor de otra ruta?

 

Soneto de la despedida

Adiós… me dice el alma. Y la conciencia
se pierde en laberintos de la historia.
Adiós… dice el olvido. Y la memoria
también ha de sufrir la penitencia.

Adiós… dice la luz. Y las tinieblas
invaden lo que fueron mis temores.
Adiós… me dice el odio. Y los amores
también serán cubiertos por las nieblas.

Adiós… me dice el mundo. Y cuanto admiro
dubita y se deshace en un suspiro.
Adiós… dice la prisa. Y yo me pierdo

entre años infalibles de impostura.
A Dios una vez más por su cordura…
¡¿Acaso dije a Diooos…?! ¡¡No lo recuerdo!!

 

Onírica

I

Nadaba el agua. Nadaba
la brisa azul de mis sueños
(aparecían empeños
cuando menos lo esperaba).
Buscaba el ansia. Buscaba
la luz del atardecer.
Soñé con reverdecer
los desiertos del olvido…
soñé, además, que un descuido
provocó mi anochecer.

II
Seguí soñando. Soñé…
con nubes, reinos, jinetes.
Soñé con recios grilletes
para la ira. No sé
si acaso el amor se fue
perseguido por la envidia.
Soñé… que cierta perfidia
decapitaba al enojo.
Soñé… con un viejo antojo
realizado con desidia.

III
Soñé una vez más. Soñé…
con pensamientos abstractos
o (para ser más exactos)
con otros sueños. ¿No habré
subestimado el porqué
de esta absurda fantasía
—y como no lograría
vivirla estando despierto,
quise arreglar el entuerto
dormido? ¿¡Cómo podría!?

  Armando Pérez González

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Un comentario

  1. Manuel Antonio Morales Felipe

    Felicidades, por esta publicación, se trata de un heredero que desde la tierra de grandes decimistas ya ha dejado su impronta. Esperamos seguros éxitos. Tiene una obra inédita increible, esperen noticias.

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