La promoción cultural es un proceso indisolublemente ligado a la programación, en tanto una presupone a la otra. Su interrelación viene siendo algo así como la unidad indestructible que existe entre la teoría y la práctica.
Al fenómeno promocional, en las artes específicamente, hay que verlo desde dos aristas fundamentales. Por una parte, la capacidad y las posibilidades que tengan los medios para hacer promoción, y por otra, el interés y las oportunidades que tengan los artistas e instituciones culturales para promocionar la obra artística.
La cultura artístico-literaria es un bien social común, o sea, no es patrimonio exclusivo de una parte de la realidad, sino de toda ella y por eso tienen la alta responsabilidad de enaltecerla, tanto el arte que la crea como los medios que la difunden.
La banalidad, el mal gusto, la vulgaridad y la chabacanería que desafortunadamente abundan, no son compatibles con el proyecto cultural que defendemos, lo cual impone que nuestros artistas tengan que ser cada vez más cuidadosos con su creación al igual que los medios, que tienen entre sus funciones, la de exhibir ese producto a las grandes multitudes.
No es secreto para nadie que los medios asumen hoy el gran reto de convertirse en una especie de “antídoto” ante el consumo creciente de ciertos productos “culturales” (entiéndase pseudoculturales) que poseen, sin duda alguna, una altísima capacidad mediática. Está probado que la presencia de determinados modelos foráneos en el arte y su propaganda a través de diversas vías, puede agredir la identidad de la nación y de las localidades; por ello hay que insistir en preservar lo cultural, no con discursos plagados de una retórica rancia que abrume, sino con una disertación renovada y placentera que cautive.
Cabe señalar que el entretenimiento no está reñido por nuestro proyecto social, pero este no puede sustentarse de ninguna manera en “productos culturales” triviales que irradien hacia la sociedad, utilizando como vehículo a los medios de difusión.
La realidad cultural actual, impone la necesidad de que los medios ganen en visualidad e implementen mecanismos que den respuestas efectivas a los nuevos códigos de consumo cultural. Para ello es muy importante la existencia de más espacios para el arte y la literatura en los medios aunque sin desentenderse jamás de la jerarquía que eso implica. Los medios deben ser literalmente inundados por las artes, no por cualquier tipo de “arte” (entiéndase pseudoarte) sino por lo selectivo, lo más depurado y encumbrado dentro la creación artística y literaria.
En otro orden de cosas, la actualidad también llama a que las instituciones culturales y los medios de difusión sean activos espacios para la crítica en el terreno artístico y literario sin que ésta se traduzca en una “detracción oscura” que lacere y perturbe, mas bien en una reflexión constructiva que canalice el perfeccionamiento continuo.
Cultura y medios de difusión deben tener muy presente que vivir en la era de las nuevas tecnologías obliga a que todos aquellos que tienen vínculo con la formación del gusto estético se superen incesantemente y que además, estén muy comprometidos con el encargo social asignado. La única manera de enfrentar la invasión cultural a la que hoy estamos expuestos es preparándonos para hacer una cultura comprometida y una promoción de calidad suprema en lo que tienen elevada responsabilidad los artistas, creadores e intelectuales y, sobre todo, las instituciones culturales y los medios de difusión.
No es casual que en los Congresos de la UNEAC y la AHS siempre exista un foro dedicado al tema de la relación entre la cultura y los medios de difusión. La UNEAC y la AHS no son “sindicatos” pero si tienen el deber de proteger y defender los proyectos de alto valor artístico, mientras las instituciones de la cultura tienen que potenciarlos y viabilizarlos. Por su parte, los medios de difusión no pueden ser, de ninguna manera, mecanismos de promoción pasiva que repitan tópicos y estereotipos o que cubran cada año con las mismas palabras, ferias, festivales y concursos, sino fuertes pilares a la altura de lo que la creación artístico-literaria exige en estos tiempos, donde la Cultura es, más que nunca, un verdadero espacio de resistencia.
De alguna forma así lo expresó la destacada intelectual Magda Resik en el VIII Congreso de la UNEAC cuando dijo:
“La cultura no puede ser un complejo vitamínico suplementario, sino la sustancia misma de los medios”
Este asunto demanda, no solo que todos los actores sociales implicados se preocupen, sino que también se ocupen en atenderlo con la prioridad que exige y la atención especial que requiere.
Recomendamos
Más allá de la representación
Fragmentos de la entrevista al actor de teatro Alejandro García Valdés Pinar del Río, 16 …